"¿LA FIESTA TERMINÓ...?"


Un nuevo personaje ha aparecido en escena gritando como un poseso: "la fiesta terminó" o algo parecido..., pudo haber sido una buena noticia, pero no lo fue. Pensé, por unos segundos, que se refería a aquella fiesta en la que la tauromaquia se consideraba cultura y que ¿nos representaba a todos los españoles?. No, nada de eso, en ambos casos se les permite actuar en plazas con gente que voxifera gritando hazañas donde  se pide el final del sentido común.  A los protagonistas, los diferencia algo fundamental: uno ataca, el otro se defiende.

Los del "after hour" (odio los anglicismos) quieren seguir bailando al son del diestro del más allá. El otro, el pobre toro, quiere una vida sin odios, sin que vitoreen sus daños por un supuesto maestro que sólo enseña el salir airoso por una puerta de mayor tamaño y su traje de luces apagado con el dolor  de un inocente (que no eligió ni la fiesta ni esa danza para lucimientos en un foso de gladiadores) y a la espera de la bajada del pulgar recibiendo su última estocada. 

¿Por qué ese gentío aplaude en esos escenarios tan injustos?. De nuevo,  el ciudadano es el responsable; su deseo de visualizar imágenes dramáticas  le agita a buscar en las cavernas lo que no encuentra fuera de ellas. No se agota, no evoluciona, no ve ni va más allá de ese recinto redondo cuya salida se abre al caer la víctima a la vez que los aplausos. El atacante lo hace  buscando la derrota total de su adversario; de lo contrario, sería una mala tarde y la decepción enorme para ese pañuelo blanco que no se agitará. 

Nadie, en su pleno y sano juicio, contribuiría con dinero público para que estos decrépitos, crueles y absurdos espectáculos sigan festejándose. El Estado ni puede ni debe hacerlo; ni tampoco otra institución pública que represente a la ciudadanía porque, afortunadamente, es una minoría la que se identifica con ese supuesto arte irracional frente a una tragedia que acaba sangrando hacia la muerte deseada y tan celebrada.

No creo oportuno que el jefe del Estado acuda a estos actos, no lo hace a título personal, sino como monarca de todos los ciudadanos y no lo debería apoyar con su presencia y  beneplácito. Ya lo hicieron sus antepasados en esos palcos privilegiados con retratos incluidos en él. Ojalá, no se retrate más.

Una forma de restituir el daño en aquellas plazas donde el albero disimula sangre y dolor  y que ahora se hallan en estado de debilidad, cansadas, envejecidas y tan agotadas sería concederles el indulto del derrumbe y, a cambio de una segunda juventud, constituirse como centros destinados a otros menesteres: conciertos, teatros, danza..., o sea, a la CULTURA y a esos verdaderos maestros del ARTE. 

Comentarios

  1. ¿Fiesta Nacional? Yo diría " Fiesta Irracional".
    ( Nicasia)

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  2. Pués en este caso hemos tenido suerte en Cádiz. Se cerró la plaza de toros en el año 67, y eso provocó que la "afición" taurina desapareciera de la ciudad en un altísimo porcentaje

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    1. En Cádiz nos matamos sólo de risas...

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    2. Estoy de acuerdo en que hay que eliminar esa fiesta salvaje lo antes posible,pero nadie dice nada de los toros embolados de Cataluña,toros que se quedan ciegos cuando las bolas con fuego que se le colocan en sus cuernos chorrean líquido inflamable hasta sus ojos y se retuercen de dolor y miedo. Fiesta que la Generalidad,por mayoria absoluta ,blindó para que nunca se eliminaran. Fiestas intocables, para todos los partidos politicos, para no disgustar a los catalanes no vaya a ser que...............Al parecer estos toros no sufren lo mismo que los de las corridas

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    3. Por supuesto, las salvajadas existen por todo este "bendito" país. Siguen celebrándose en muchos sitios aún, no sólo en Cataluña. Barbaridades, sí.

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  3. Una vez le comenté a un político, teóricamente de centro izquierda, sobre la prohibición de esos toros bous al carrer y me dijo que por ahora el tratar ese tema era políticamente .......incorrecto, que solo se podia ceñir a la fiesta nacional

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    1. Afortunadamente, ahora ya no es cuestión de política, sigue siendo incorrecto ese maltrato.

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  4. La mayoría de los antitaurinos son proabortistas. Extraño es todo.

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  5. Pues, en lo que a mí respecta, se cumple. Soy antitaurina y siempre he sido proabortista. Quizás, porque usamos más la razón que los contrarios...

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  6. No es muy racional ese argumento, pero así somos los humanos.

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  7. Tu opinión carece de argumentos al comparar a los antitaurinos con los proabortistas. En fin…, tú sabras el porquè, pero no me interesa.

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  8. Es obvio: la defensa de la vida.

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  9. La mujer es un ser racional y elige libremente lo que debe y quiere hacer. Està en su cuerpo y ella decide. Al toro lo matan por diversión.

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