"LOS POYÁS..."

Ya he comentado que soy muy de tunear, pero mucho, mucho: Todo lo transformo hasta hacerlo mío según  lo que, previamente, estaba en mi imaginación. En todos los espacios que he habitado en mi vida, ha habido metamorfosis hasta quedar irreconocibles si lo comparabas con el ante y el después.

De pronto, ves que la cocina ya no es lo que era, el baño ya no es práctico, que el jardín podría ser un patio sevillano y qué mejor que una fuente que lo presida..., Así suelen empezar las reformas, con un brote que te impulsa a meterte en lo que todo el mundo odia; las reformas en las viviendas. 

Yo siempre las he comparado como entrar en un quirófano para una cirugía estética, vas a estar unos días fastidiado, pero, después te alegrarás... o no. Esto es igual. 

Tengo como norma, estar siempre a pie de obra, literalmente; llego y me marcho a la par que los operarios. A veces, si todo marcha bien, me distraigo con un libro; si no, voy en busca de las posibles soluciones. Llevo tantas que conozco perfectamente todos los procedimientos, los tiempos, los imprevistos (no suelen cogerme por sorpresa porque me preparo para casi todo).

Pero..., existen los otros, los que no se preveían porque ni siquiera estaban imaginados:" LOS POYÁS" (Sí, "po ya" que estamos...). Esos son los más peligrosos y que pueden hacerte  un remodelado que ni Miguel Ángel en la Sixtina: lo acabaré, cuando lo acabe.

Todo comenzó una tarde, aparentemente, muy tranquila.  Me asomé a la ventana sin más objetivo que ver el árbol que siempre nos acompañaba pero mi mirada no llegó a él´, se nos cruzó una mancha extraña en la persiana. Intenté quitarla, no salía. Decidí, cambiarla por otra nueva (la cinta estaba dando problemas ya, no era mala idea, en principio...). Ya que estábamos, por qué no, también, las ventanas de toda la casa?; anda, es el momento ideal para tirar el tabique que daba al pasillo y abrir hueco para una cristalera, pero, el suelo quedará marcado al quitar esa pared,,,, está claro, hay que poner otra solería, es lo suyo, ¿y las puertas?, también.

En fin, todo empezó por una mancha insignificante pero estoy segura de que ni los duelos por manchas de honor acabarían con tantos derrumbes ni tanta polvareda...

Pd: la fuente se colocó en el jardín, nunca tuvo agua su grifo; quedó monísima y, lo mejor de todo, era la camita perfecta para el gato de los vecinos durante las noches.

Observaciones: 

- fotos de archivo de una de mis reformas.

- Y, no, no conservo ninguna de la fuente...