"¿Y LAS INSTRUCCIONES?"


 Victoria Manuela Rosario de los Milagros vino al mundo el 29 de marzo de 1990 a las 15.15 (la niña bonita). Sus nombres, estilo princesita, vienen motivados por varias razones: el primero de ellos (Victoria), por conseguirlo después de  3 intentos fallidos (todo pasa por algo, si  ellos hubieran nacido, ella nunca habría llegado) ; el segundo, por mí, y los 2 últimos, por sus abuelas. Todos contentos (menos el del registro, imagino). Lógicamente, su nombre quedó reducido todo lo posible,  la llamamos Vivi. Ese mismo día, con pocas horas de diferencia, nació en el mismo sitio, la que es una de sus grandes amigas; no tuvieron ninguna relación después de ese momento, pero  volvieron a encontrarse en el bachillerato (estaban en colegios diferentes, nunca quise tener como alumna a mi hija; en cambio, sí fui profesora y tutora de la otra parte, la excelente estudiante y persona, Marina); compartieron piso durante toda la carrera universitaria y ambas son médicos en sus respectivas especialidades.

Bien, volvamos al parto: todo fue perfecto y decidí pedir el alta voluntaria antes de las 24 horas con la excusa de que tenía que poner muchas lavadoras (totalmente cierto, aunque creo que aún se comenta por allí...). Llegué a casa, la dejé en su moisés y empecé como otro día cualquiera. Ja! eso ya no era posible, mis cálculos y mi súper organizada vida hasta entonces se cayeron. Ya nada dependía de mi, sino al revés, ella era la que llevaba la batuta y yo pasaría a ser una pieza orquestada según ella marcara sus tiempos. De entrada, y de salida, no paraba de llorar. Siempre tenía hambre (según la pediatra, solo debía tomar el pecho); cada día pesaba menos (yo, también, solo engordé 3,5 kilos durante el embarazo y perdí 15...); el reloj perdió toda su utilidad al igual que el hecho de que  fuera de día o de noche. Allí nadie dormía. No tuve ni tiempo para sentir la depresión postparto, pero sí, para verme, en pleno centro de la ciudad, con el pijama bajo mi abrigo, yendo a la farmacia (todo el glamour de tantos años se vino abajo, normal); ese día, con toda la desesperación, decidí que ya era el momento de ejercer como madre, consciente de las necesidades de mi bebé, y, después de informarme con los especialistas farmacéuticos, compré su primera lata de leche. Ya había transcurrido casi la cuarentena y, desde aquel instante, en el que Vivi tomó su primer bibi, cesaron los llantos, dormía casi todo el día y, lo más importante, casi toda la noche. El mundo volvió a ser bonito y, mi niña, preciosa.

Comentarios

  1. Cómo recuerdo el día que llegaste con ella a casa.
    Fue una alegría inmensa!!!
    Ese día llovía a cántaros y te vi con tu niña arropada por tus delgados brazos.
    Cuánto nos emocionamos mi madre y yo.
    Dimos las gracias porque todo hubiera salido tan bien y lo guapas que estabais!!
    Nunca olvidaré esa imagen tan tierna!!
    Qué día tras día seáis más felices!!!
    OS QUIERO MUCHÍSIMO!!!

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    1. Y cuánto me ayudasteis, siempre os lo agradeceré!

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    2. Fue todo un placer, recuerdo un día que la dejaste en casa porque tú no podías llevarla y yo la quería coger en brazos, mi mamá no me dejó y cuando tu llagaste, me dejaste que la cogiera!!
      Qué feliz fui.

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  2. Y bien que se ha criado la princesita. Ha salido lista, guapa y buena persona.

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  3. Hoy no te hubieran dado el alta con la excusa de poner lavadoras, todo el mundo sabe que se ponen en tarifa valle.

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  4. Que bonita!! Aún sin instrucciones, terminan siendo lo mejor que hemos hecho

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  5. Todo sigue igual… barriguita contenta niña feliz

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  6. Mi hija, Victoria, también la llamamos Vivi

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    1. ¡¡¡Anda!!!, qué bueno!!!. Pues, surgió por casualidad, de tanto repetir su nombre cada vez que la llamaba para algo, opté por la primera sílaba dos veces. Y, ahí se quedó. No viene antes, pero yo me canso menos...

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