"MIS MANOS: MI D.N.I."
Mi experiencia la he adquirido a través de ellas: coger un libro, pasar las páginas, escribir, limpiar toda la casa, planchar, colorear dibujos, hacer mis dulces, darlas a los demás, estrecharlas con los demás..., mi vida se mueve a través de ellas. A mis 61 años, se presentan y representan su edad y quiero que sea así. Llenas de callos, uñas cortadas al cero, sin trampa ni cartón. Ellas me recuerdan todo lo que he hecho y lo que me queda aún por delante. No llevo anillos, me molestan para utilizarlas y ellas están primero que los adornos.
Gracias a que están bien curtidas (nunca mejor dicho), el otro día me salvaron a mi y a ellas mismas. Desde hace poco, me he propuesto merendar mandarinas, pero es mucho más complicado de lo que pueda parecer. Tienen muy buena pinta, pequeñas, sin pepitas (me lo aseguraron y juraron) y me parecieron agradables al tacto. El problema surge cuando las tengo que pelar, quitar su cáscara. Ahí me retaron, son muy suyas y no quieren desnudarse así como así, y más, sabiendo que ese será su final, normal (no son de las "tontas", otra modalidad de naranjas que no saben a nada y, por eso, en Cádiz, siempre las hemos llamado así).
Seguíamos luchando y no había forma humana de conseguirlo; solo me quedaba hacerlo a la tremenda, sí: me hice con un cuchillo pequeño para hendirlo en su base y entrar en ella y, así, ir despegándola de su coraza. Todo parecía ir bien hasta que la punta del cuchillo se resbaló y salió por el otro extremo donde la sujetaba mi mano y, se quedó clavado en ella. Era todo un espectáculo el ver cómo quedó el conjunto, todo en uno: el cuchillo, la mandarina y mi mano estaban pegadas y no se caían cuando la levanté. No sentí ningún dolor, y eso me extrañó; con mucha calma y, mucha risa y expectación, tiré del cuchillo para deshacer el trío. No hubo sangre, tan solo un callo menos de los que tenía porque ahí es donde había pinchado el cuchillo. Por lo tanto, una vez solucionado ese aparatoso pero nada doliente asunto, procedí a lo que iba desde el principio, la mandarina ya estaba más por la labor de colaborar, visto lo visto, y solo hubo que echar de menos ese hueco vacío de mi mano pero que, sin duda, muy pronto volverá a resurgir.
Tú querías comerte tu deliciosa mandarina a toda costa y utilizaste todas las artimañas para disfrutar de tu manjar.
ResponderEliminarBien hecho porque gracias al cuchillo la mandarina además de formar parte de ti antes de saborearla y sorteaste el obstáculo que te impedía disfrutar de ella con todos los beneficios que posee.
Así es como hay que sortear los obstáculos!!
Enhorabuena, Moby!!!
Eres una guerrera!!!
Y la mandarina también lo fue...
EliminarPero, tú ganaste 🥰
Eliminar¡¡¡Qué arte, Patri!!!
Eliminar!No gano para sustos!
ResponderEliminar( hermana mediana)
Jajajaja, que experiencia. Los callos son muy útiles. Siempre facilitan segundas intervenciones. A mí, sí me cortaran mis manos.... me matarían. Soy solo a través de ellas
ResponderEliminarPues, sí, más que los pies; sentada puedes dirigir el mundo si fuera necesario...
EliminarLas manos son nuestra herramienta más necesaria, y por ello la más expuesta. Con ellas somos capaces hasta de comunicarnos. Todos hemos tenido algún accidente en algún momento de nuestras vidas. Yo concretamente cortando jamón, pero parecen tener siete vidas como los gatos; de hecho, mi mano derecha está ahora detrás de un ratón.
ResponderEliminarImprescindibles para echarla cuando hace falta
EliminarYo también tengo las manos pequeñas y dedos cortos anchos poco perfilados ,uñas también cortas Herencia de mi padre ,pero si los tuviera bonitos y largos, seguramente me las arreglaría más y pintaría con un color llamativo , pienso que no está reñido con el trabajo .Se puede leer, hacer dulces, limpiar , jugar con tu nieta dibujar, que es de las cosas que más me gustan ,...de hecho , ella me las pinta a mi , y me encanta .
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ResponderEliminarMe encanta llevar anillo, y algunas veces hechos por mi , a pesar de las manos que tengo
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