"LOW COST"

 

Hace mucho, Mercedes, una buena amiga mía, me decía que nosotros habíamos nacido en la Generación del Plástico (eran los años 80). Aún no se conocían sus perjuicios para el medio ambiente ni que su uso se restringiría más tarde por el bien del planeta.

Hoy, se empieza a estar algo más concienciado (falta mucho todavía...) y se podría tener esperanza de subir ese porcentaje. Este material ha hecho mucho más daño del que creemos; con él, entró la creencia de que la vida sería más ligera para todos. Se cambiaban los tradicionales canastos para la compra por bolsas que no pesaban y que se tiraban una vez cumplida esa breve misión; esta sensación de levedad se transmitió, poco a poco, al resto de nuestros usos cotidianos: envases de bebidas, comida, juguetes, electrodomésticos, muebles,...

Esta Generación se mantiene y de ella nació la que vivimos actualmente: la SINTÉTICA. Esta ha heredado la creencia de que todo es mucho más fácil, de que todo está a nuestro alcance, de que todo se puede fabricar, de que los tiempos son más breves para alcanzar lo que deseamos. Suena bien de entrada y se nos vende bien el comprar esta artificialidad.

La vida a bajo coste ha entrado en nuestra vida, le hemos abierto la puerta sin verla por la mirilla antes de hacerlo. Hoy, queda ya muy poco de lo que era natural, de lo que nacía con el esfuerzo de muchos meses para disfrutarlo en su plena temporada de cosecha. Si el plástico cambió el concepto de ir más ligero por la vida, lo sintético ha invadido la creencia de que la vida es mucho más ligera, de que vale poco, de que se prefiere tener hoy y cambiarlo mañana; y si antes el plástico envolvía solo "cosas", ahora engulle a la humanidad. Comemos los que otros "fabrican" no lo que nace. Estamos rellenos de artificio; no es de extrañar por tanto, que nuestros corazones cada vez sientan menos también.  

 Del "SABER Y GANAR" nos hemos quedado en "TENER y TIRAR".