"YO TAMBIÉN TE CORONO, JOSÉ"

 

Las coronas son para lo reyes, sí, pero para los que se las ganan. Que con el arte se nace, es indudable, que no es hereditario, también. Quién posea ese don, lo perfeccionará a través de sus creaciones.

Del mundo de las ARTES en general, destacaré hoy, el de la interpretación en particular. Que son innumerables los que la practican y, también, los muchos que se quedan ahí, con más pena que gloria, es una realidad. No se trata de salir a escena y contar un texto, no; hacer eso es relativamente fácil para alguien que tenga la voluntad y la ocasión. La genialidad está en que el personaje (sí, no lo digo al revés) se meta en la propia vida de la persona que lo interpreta haciendo de los dos uno solo. Muy pocos son los que llegan, solo los ELEGIDOS por la naturaleza al nacer. 

No soy, de entrada, mitómana, pero sí sé distinguir los que son y los que no. Entre mis grandes están: Meryl Streep, Vanessa Redgrave, Concha Velasco, Lola Herrera,  Paco Rabal, Fernán Gómez, Robert Redford, Harrison Ford, Imanol Arias, Juan Echanove, Francesc Orella, Luis Zahera, Pepe Sacristán, Blanca Portillo, Javier Cámara y... José Coronado.

Empezó  en este mundo a través de la ventana del modelaje y, enseguida,  le abrieron la entrada por la puerta grande. Cristina Rota pulió el diamante y, a partir de ahí, brilló por sí solo.

Nadie como él para esbozar la media sonrisa, una mirada tierna o agresiva, un gesto cualquiera sin esfuerzo, marcar los tiempos con sus silencios y sus pausas, entonar susurros o gritos pertinentes, amar con ternura y odiar con fuerza. Reír, sollozar, llorar... Su derrochar   ELEGANCIA.

Es verdad que le acompaña su espectacular físico para completar el enamoramiento de los/las que lo admiramos; no obstante, no es ninguna condición "sine qua non" en este mundo; muchos de los citados no la tienen y no pierden esa rotundidad en la escena; de hecho, los que han estado solo por esas cualidades han durado lo que esa belleza y adiós. Tú, sí, te la has ganado, naciste con ella y yo la ratifico. Te mereces la corona; yo también te corono, José. CORONADO quedas.