"CUENTOS DE TEMPORADA: PAELLA PARA DOS..."


  Paquita era de comprar en el mercado los productos más apreciados (por sus precios), no por su calidad, no conocía el porqué se valoraban a la alza o a la baja; no era de cocinar, solía comer fuera o picar cualquier cosa de las expuestas en su completa despensa a modo de escaparate de luxe. Allí siempre encontrarías la mejor y más cara de las conservas enlatadas, se guiaba por el "qué dirán" cuando mostrase orgullosa sus tesoros si alguien tenía el privilegio de acceder a esas vistas marineras en conserva sin necesidad de botox.

Igualmente, su nevera y su congelador albergaban de todo un mucho, era imprescindible la imagen estática y estética para su tranquilidad. Las cervezas más cotizadas, los embutidos siempre ibéricos, los quesos según colores (de más blanco a más oscuro, no entendía de texturas ni sabores...).

Amaneció un día playero, como cualquier otro de verano, no parecía diferente en principio..., Todo estaba en orden cuando cerró su puerta camino de cambiar el asfalto por arena y el agua dulce por otra con más gracia. 

Su hamaca y sombrilla completaban esa imagen perfecta que siempre reflejaba de mujer interesante y poco interesada por ese ambiente veraniego que siempre odió. Llegó a su hora, pensaba irse pronto, antes de que la marabunta rompiera su postal perfecta y prefabricada de todos sus años repetidos.

Cuidadosamente, fue recogiendo sus bártulos en el mismo orden en que se colocaron y, por último, enjuagó y secó sus pies con esmero para no robar ni un grano de arena que no era suyo. Se dispuso a subir por la rampa para acceder al paseo tan transitado de los que iban y venían. Para ella, no tenían rostros por ser impersonales; tampoco ella era objetivo de esos descarados. 

Cruzó reglamentariamente su paso de peatones; se encontró en la acera donde se empezaba a cocinar  los entresijos que llenaban estómagos cada almuerzo. Veía cartelitos en las mesas tempranamente colocados de RESERVADO. Le llamó la atención que ninguna de ellas ocupara un espacio para solitarios. Estaba claro, serían reuniones familiares o de amigos con ganas de risas o de cuñados en las que nunca se sabe el fin de fiesta aunque son muy previsibles.

No, no tenía apetito, pero quería comer y hacerlo acompañada ese día; no quería ser menos sino más que ella sola la que ocupara un lugar en una de esas reservas.

Fue directa hacia el encargado de ese menester y pidió mesa para dos. Tuvo suerte, se la dieron al momento. Era lo único libre, el resto ya de  grupos apiñados por el escaso y angosto lugar en plena temporada.

Leyó la carta, no vio nada interesante que llevarse a la boca. No le apetecía tampoco un triste plato como única compañía donde resaltaría aún más su soledad entre el gentío. Pronto vio cómo solucionarlo: una paella para dos; eso sería más que suficiente y atractivo para alcanzar objetivos de compañía sin la presencia molesta de acompañantes que rompieran su tranquilidad.

En escasos veinte minutos, aterrizó delante de ella, tenía de todo, pero no tenía el orden que ella deseaba para que fuera perfecta; el marisco era abundante, tanto que no guardaba las formas ni maneras para presentarse de esa guisa. Paquita se puso nerviosa ante tanto caos. Comenzó colocando las gambas en círculo asomando sus cabezas y bigotes hacia el exterior; resultó bonito. Las almejas se dispusieron intercaladas entre los cuerpos de las anteriores ocupando el interior. Los mejillones formaron la flor central y el arroz sirvió para adornar, a modo de relleno, los huecos vacíos. Los pimientos morrones dieron el colorido alegre a la vez que ocultaban alguna que otra imperfección que pudo quedar en la composición.

Ahora venía lo más difícil,¿ qué hacer con todo eso? Romper el conjunto la habría puesto de mal humor después de tanto esmero en prepararlo. No le quedaba más opción que pedir una fiambrera y traspasarlo con sumo cuidado a su interior. Era demasiado bonito para destrozarlo. Iría a casa con ella y formaría parte de otro de los tesoros de su congelador.

Comentarios

  1. Enhorabuena Moby!!
    Una reflexión muy importante.
    Tiemblo de pensar en tanta gente tan pobre cuya único valor es el ser perfecto de cara a la galería. Se pierden el:"vivir aquí y ahora" y para eso sólo hace falta el deseo de disfrutar de las pequeñas cosas que nos brinda la vida.
    Te echamos de menos.

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  2. Ser libres para VIVIR. Así se vive de verdad.

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  3. Hay mucha gente que me recuerdan a Paquita. Ella no es consciente de las consecuencias del orden, de la rigidez y de la búsqueda de la perfección hasta esos límites,

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  4. Genial. Me ha recordado a la despensa de mi abuela. Yo todo lo contrario a Paquita, me cuesta tanto ese orden milimétrico...

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