"IL ÉTAIT UNE FOIS, C´ERA UNA VOLTA, ONCE UPON A TIME..."

 

Érase una vez...,en varios países cercanos y lejanos, donde mujeres y hombres decidieron construir muchos pozos en sus tierras. Serían los espacios destinados para sus deseos, ilusiones, tristezas, desahogos, rencores, lamentaciones y demás sentimientos y emociones cuya liberación la encontrarían en esa oquedad interminable al sacarlas de sus adentros y dejarlos fuera del alcance del resto y, sobre todo, de ellos mismos.

Poco a poco, el mundo estaba más relajado, menos insatisfecho y más pacífico. Había sido todo un descubrimiento, por fin, para la humanidad. Los corazones estaban cada día más relucientes y sanos por su higiene constante.

Una mañana, amaneció con una niebla cargada y espesa que invisibilizaba esos pozos para identificar cada uno el suyo y utilizarlos con título de propiedad, independencia y libertad. La ceguera colectiva provocaba la confusión de sentimientos ajenos  mezclando emociones impropias. Lo que hasta ese momento era íntimo, pasó a ser del dominio público y llegó el caos: la cantidad incontable de pensamientos que pululaban a su amor por el aire provocó el fin de la paz y el comienzo de guerras de todos contra todos; se desconocía el nombre de los propietarios de esos efluvios en el ambiente cada vez más enrarecido. 

Todo cayó en poco tiempo, tanto lo sano como lo insano se unieron formando un conglomerado indistinguible en el campo de batalla. Ya nadie conocía a nadie, ni siquiera a sus propias emociones que habían pasado a manos y a bocas de extraños.

De pronto, unos niños, que nunca habían accedido a esos pozos de lamentaciones, ahora en estado lamentable, por su altura respecto a la estatura escasa infantil, jugaban al margen de la estampida confusa que se mantenía. No se cuestionaron el porqué, pensaron que era problemas de los mayores. Tan solo una pregunta surgió entre ellos: ¿qué os parece si nos contamos nuestras ilusiones y nuestras tristezas y buscamos cómo ayudarnos entre todos?

El mundo siguió peleando, pero había brotado una rama nueva. No era poco.

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