"PUES, SÍ, DI LA CAMPANADA"

 

Esta noche, 31 de diciembre, serán doce las que se oigan en este país, pero, a veces, con solo dar una, resulta más sonada que una docena; amén de no necesitar que ocurra el último día del año, cualquiera es bueno para hacerla repicar.

Fue durante mi época de destierro en aquel espacio cerrado cuyo nombre ya no vive en mí y alejada de mi Paraíso y del mar y de todos los azules que iluminan aun cuando está nublado.

Eran frecuentes los actos religiosos de los que todos debíamos participar por imperativo de las que lo habitan y lo mantienen. Yo respetaba, a mi manera, los deberes que conllevaban el estar allí, no quedaba otra lógicamente (siempre tenía la opción de irme, pero mi trabajo era mi pasión).

Durante aquellas celebraciones, yo me limitaba a observar la maravilla arquitectónica que era ese templo (fue mezquita antes que católico). Nunca aprendí tanto de arte como en esos momentos en los que estudiaba todos y cada uno de sus detalles: las simetrías de sus composiciones, sus cornucopias que reflejaban y duplicaban las luces del sol que penetraba del exterior. Sus oraciones en latín que me aprendía y no olvidaba al traducirlas. Mi mente se concentraba en aquellas paredes bellas y didácticas y me ausentaba de  ceremonias tan repetidas y vacías para mí. Nadie supo nunca de mis artimañas ni de mi dedicación y mañas para aprender el arte.

Por aquel entonces, aún era tutora y debía acompañar a mi curso en una celebración donde se les daría la despedida para salir al mundo distinto al que les esperaba su destino. Todo iba bien, todo se desarrollaba como de costumbre, pero, algo con lo que no contaba me delató: éramos muy pocos y mi anonimato y ausencias habituales no pudieron mantenerse ese día. En el momento de la comunión, en la que no hubo más opción que la de sí o sí, me "invitaron" a tomarla y yo, que no lo había vuelto a ese menester desde la primera, en el año 68, no recordaba la respuesta requerida y me limité, con muy buena educación, a decir: "gracias". Esa palabra fue la única que quedó grabada en la memoria  aquel momento de todos los presentes. Me sentí fuera de lugar como nunca (siempre supe que no era el mío, pero no lo había manifestado tan abiertamente...).

En posteriores celebraciones religiosas, nunca más me la ofrecieron, esta vez por imperativo legal también. Normal.


Comentarios

  1. ¡Con la Iglesia hemos topado!
    (Hermana mediana)

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  2. Te comprendo!! Feliz año!!

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  3. Jajajajai genial. Espero que sin gluten.

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  4. No te has podido explicar mejor, y estoy contigo, aunque nos aparten de una sociedad manipulada y sin personalidad. Un abrazo enorme Moby, me encanta que seas asi ❤️❤️😘😘😘👏👏. I.Reivan.

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  5. Muchas gracias, querida Inma. Feliz 2023!!!

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  6. Anónimo1/1/23, 8:16

    Jajajaja, eso te pasa por ser tan educaita! Jajaja

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