"CUENTOS ARRIMADOS A LA ABUELA: DADA CONOCE A REALIDAD"


Era mediados de un primer otoño para Dada, su primer noviembre. El sol no brillaba, algunas nubes amenazaban con llantos tempranos. Una resaltaba más que sus acompañantes por ser más oscura y más grande; tenía una forma muy diferente a las demás, ovalada, con un marcado círculo central. A Dada le pareció que era un ojo por no dejar de mirarla. Se acercaba más y más a ella y a Nana, tanto que consiguió penetrar en su espacio. No era como las demás visitas anteriores, no llegó rodeado de magia, lo hizo, simplemente. 

Ellas estaban expectantes ante tal aparición, permanecieron en silencio. Él las observó con detalle, se limitaba a estudiarlas, y a escuchar sus voces calladas ante el asombro. No sabemos cuánto duró ese instante o esos muchos momentos. 

Él rompió la espera pronunciando la intención de su venida inesperada: SOY EL QUE TODO LO VE Y LO SABE, exclamó con voz potente y seca. Ellas no se asustaron, querían saber más y le preguntaron qué era lo que veía y lo que su sabiduría aportaba al mundo.

Quiero enseñaros, porque todo lo sé, que siempre habrá un ojo sin gafas, con vista perfecta para controlar vuestros defectos y no caigáis en  que el mundo es perfecto, ni vosotras tampoco. Tu, Dada, te equivocarás muchas veces, no creas que  vivirás en un espacio ideal, en la nubes de los sueños. Yo no soy el que te dará la magia, sino la realidad. 

Cuando creas que lo conseguiste, seré el que te despierte para que lo rehagas, para que te cuestiones los errores y no te subas a esas falsas estrellas que solo son luces urbanas y vulgares. No te contentes con los que te abruman felicitándote; revisa con tus criterios, con tus razones todo lo que has hecho sin que te cierren esa posibilidad de que se haga mejor.

Les confesó que no era un hado, que no era amado en este mundo por ser el encargado de quitar la vendas que tapan visiones y oscurecen los presentes soñando en el futuro. 

Dada lo escuchó atenta, vio en ese ojo parado cierta tristeza, cierto dolor. Se preguntó cuándo dormiría, si permanecía eternamente despierto; le preocupaba que no pudiera soñar en ese perpetuo insomnio.

Le invitó a descansar, le pidió que jugara con ella, que le leyera algún cuento de Nana..., él se sobresaltó diciendo que no entraría en el mundo de la fantasía, no era lo suyo. Dada lo miró, en silencio, volvió a darle los cuentos de su abuela y le pidió que buscara el último de todos. Fue una sorpresa, no viajó al sempiterno mundo ideal sino al real, al que no queremos ver porque los sueños son rechazados por imposibles, Él empezó a leer para ella, para ellas, para él...

La realidad no se marchó, vino para quedarse, era bienvenida, era importante, era imprescindible..., poco a poco, su párpado fue bajando hasta cerrarse. Empezaba, por fin, a soñar.

Comentarios

  1. La realidad que dura es a veces, pero tenemos que vivirla y contemplarla!
    Siempre tendremos nuestra propia realidad y evadirnos en nuestros sueños y fantasías!!
    Qué difícil resulta a veces sin una mano amiga.
    Besos mi muy querida Mobi!!

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