"CUENTOS ARRIMADOS A LA ABUELA: DADA Y LA PIPOPAPILLA"


Dada empezaba a añorar sus primeros meses, se iban haciendo más grande cada día, tanto la añoranza como su cuerpecito. Sus momentos dorados cuando avistaba su amado biberón se vieron nublados al ser sustituidos por un plato y una cuchara con un contenido desconocido que en nada se parecía a la blancura de su acostumbrado alimento. Todo estaba cambiando, la sentaban en una silla alta y no en los brazos de sus papás; la rodeaban de una coraza extraña que llamaron babero y de muchas servilletas de papel para defender los muebles que se verían atacados en alguna de las muchas estampidas que explotaban del rechazo de su ingestión.

Ella se mantenía feliz a excepción de las horas del cuchareo; sentada en ese trono donde la visión era más amplia, observaba los movimientos de sus proveedores gastronómicos. Su mirada era, en apariencia, distraída, como si no fuera con ella, pretendía esconderse haciéndose invisible con su silencio durante esos momentos previos que le producirían un enfado con el mundo por no entender que el biberón tenía sus días contados y ya se estaban descontando de su primera infancia. Dada seguía en alerta, no bajaba la guardia temiendo que, más temprano que tarde, volvería ese plato enemigo como un arco y su flecha que dispararían directamente a su boca. Tenía suerte, no siempre daban en la diana, se acercaban, sí, pero, en muchos casos, no acertaban en el objetivo.

 Esto condujo a que se estudiaran otras estrategias más certeras para lograr el triunfo de que esa papilla se introdujera en ese lugar exacto; su boca que siempre estaba llena de sonrisas y que cerraba a cal y canto en las ocasiones invasivas como estas; sólo se abría, tímidamente, si el pipo (chupete para el mundo; pipo para los gaditanos) quería consolarla entre uno y otro ataque. Ahí vieron su talón de Aquiles; ahí comenzaban a flaquear sus artes y artimañas tan trabajadas hasta ese día contra aquel invasor. Como  un caballo de Troya, ese pipo entraba en su fuerte escondiendo al enemigo de la manera más discreta; envuelto en esa papilla y, sus ansias de consuelo que ese chupete le proporcionaba a todas horas, era acogido como tregua en la batalla. Poco a poco, poco a muy poco. se conseguía la victoria de que ese nuevo alimento la nutriera de verduras y pollo y, de frutas, en la merienda. No, el biberón no fue desterrado aún, era el preciado botín que se le otorgaba pasado el duro trance de esos dos momentos de cada día: la PIPOPAPILLA era  ya menos enemiga de Dada. Y la victoria estaba cada vez más cerca para todos.


NUESTRO AGRADECIMIENTO AL PAYASO PLIM PLIM Y A LA VACA LOLA POR SUS MULTIPLICADAS INTERVENCIONES QUE AMENIZAN ESTOS MOMENTOS.

Comentarios

  1. Pues, sí, querida Patri🥰🥰🥰🥰

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  2. Dura contienda, sí señora!
    ( Hermana mediana).

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  3. Sí, pero llegarà el triunfo!!!

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  4. Jajaja un relato muy divertido y muy real..👏👏👏 felicidades. 😊

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