"ODISEA POR UN DUCADO Y ALGUNOS MÁS..."
Que fumar mata es incuestionable y que es un vicio, indiscutible. No obstante, los que aún seguimos lo tenemos complicado y con razón y muchas razones que asumo y comprendo.
Cuando estoy en mi casa, sólo con abrir mi balcón, no hay mayor dificultad que si lloviera o arreciara el levante: en ese caso, acudo a mi macetilla donde habilité un espacio para fumadores bastante cómodo.
Pero todo se complica si me traslado a casa de mi hija donde los que estamos en activo en este mal hacer, no tenemos lugar ni en su gran terraza ni en alguna que otra ventana, por detectarse el olor antes, incluso, de empezar y, si se añade el que es neumóloga, mejor ni intentarlo.
Me tenía que buscar la vida o, al menos, otro espacio en el que no fuera vetada a pesar de y lo encontré. Se trataba de salir de la casa y bajar a los jardines comunitarios al aire libre y el viento sería mi aliado llevándose indicios del delito.
El plan era bueno en principio, pero debía compartirlo con mis otros hábitos: mis horarios, tan míos. Abro los ojos sobre las 3 a.m., mi colacao inmediato es imprescindible para que me siente bien, o menos mal, el primero de la jornada. Ya empieza la aventura: he de colocarme al cuello un mini bolsito de esos portamóviles en el que guardo el paquete y su mechero, las llaves ( en modo reducido, sólo las dos que necesito) y las introduzco en el dorsal previsto para tarjetas, no son horas de comprar, el llavero ocupa su lugar. Sin olvidarme del cenicero, antiolores, imprescindible para mi vuelta.
Lo más importante es mantener el silencio, el mundo duerme y ha de seguir así. Primer obstáculo, el portón rechina al abrirse, he de distraerlo para que se calle; segundo, una nueva puerta aparece en mi camino, cuesta abrirla por su peso y también canta lo suyo. Llego al ascensor, pulso botón y una voz lejana va informando del número de planta que desciende, la mando a callar, pero ni caso. Aterrizo en la planta baja, hay dos puertas más, tengo suerte y se abren desde dentro y salgo al jardín, ¡biennnn!. Varios interruptores me avisan de que me quedan pocas luces ( se vengan, normal, no son horas...), el del interior permanece en su puesto dos minutos, pero, el del jardín, tan sólo sesenta segundos. !Qué estrés!. Me posiciono cerca de ellos para mantenerme de pie y no tocar el suelo en una previsible caída por ese esperado apagón. No, no siempre lo consigo. Hace poco, encontré la solución, un cenicero con luz interior incorporada y algo ayuda.
Terminado la exhalación, pretendo salir y hacer el camino inverso, pero..., para entrar, la puerta, antes tan amable, ahora, y siempre a oscuras por tardar más de ese minuto exacto, te exige, de muy mal humor, que uses la llave si pretendes entrar, y se rebela y no quiere girar hasta que considera consumada la venganza.
Tardo tanto que, al poco de llegar ya es casi la hora de volver a por otro. La madrugada es tediosa, sí, pero no lo es menos cuando amanece y aparecen los vecinos tantas veces como yo salgo, y es complicado explicar el porqué de ese cenicero constante y, antes de justificarlo, hago lo que cualquiera haría en mi lugar, lo preceptivo, hablar del tiempo: qué calor, qué frío, cuánta humedad, qué ventarrón..., y todo eso he de conocerlo a través de esas continuas escapadas al jardín en las que me informo del parte meteorológico con el que cubrir ese largo minuto, más o menos, de ascensos y descensos cuando viajo en compañía.
Mención aparte se merece el ascensor que, de tanto entrar y salir y siendo en muchas ocasiones, la luz de su botón es mi única guía hasta que se despiertan aquellas dos que van a lo suyo; entro en él de nuevo estresada y, desde la planta baja, pulso el 0 y, al rato, me doy cuenta de que no he avanzado y, si la fortuna me sonríe, acierto con el 3 y me lleva de vuelta a casa donde he de borrar mis pasos dados a sabiendas de que serán varias excursiones durante esa larga jornada que me espera de casi 24/7 como dicen ahora.
Lejos de la nobleza y de ostentar ni pretender título alguno, he de reconocer, mal que me pese, que sostengo DUCADOS desde hace muchos, muchos años; afortunadamente, no será hereditario.
Ay Manoli cuánto me he reído!!! Que odisea!!! Te he visualizado en todo el recorrido 😂😂😂
ResponderEliminarTú, además, puedes dar fe..., muchos besos, Aurora.
EliminarQué graciosa, para fumar un inocente cigarrillo!! Sí digo "inocente" porque yo también fumo desde hace muchos años!
ResponderEliminarQué arte tienes Moby!!
Las odiseas que yo he montado en el trabajo para dar un par de caladas!!
Gracias por amenizar os el domingo!!
Si yo te contara..., querida Patri.
Eliminar😂😂😂
ResponderEliminarEs casi hilarante, si no fuera porque es demasiada odisea para tanto perjuicio.
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