"ESOS CANTOS DE SIRENA"


Me pasan desapercibidos sus repiques y sus dobleces. La costumbre me ensordece y no me sobresaltan ni me sirven de avisos. Cuando tañe la campana llamando a sus servicios religiosos no me doy por enterada, no la espero y no la oigo. Al principio, era escandalosamente ruidosa, con el tiempo, ya no me molesta. Somos vecinas, escasos metros nos separan, pero nunca hemos intercambiado el azúcar o la sal.

Más lejano en la distancia, no mucho más, sí me enamora la bocina de los barcos que arriban al puerto; me identifico con esa señal de "ya estoy aquí"; su voz es grave, tosca, antigua; su origen proviene de soplidos  humanos en cuernos de bisontes. El resultado es una mezcla de humanidad y naturaleza presentándose en sociedad y dando su bienvenida a tierra. Es entonces, cuando más unida me siento a mis raíces, a mi ciudad y reconozco a mis antepasados en los sonidos que te recuerdan la suerte de que aprecien mi mar tanto como yo. Y me pregunto, cómo siendo mares trimilenarios aún conservan esa magia del día  en que nacieron hace tanto ya. Las olas se encargan de engalanar los mares vistiéndolos de guirnaldas azules, de muchos azules diferentes, aderezados de espuma blanca como esa botella de champán que celebra las grandes ocasiones. 

Bajarán a vernos, cruzarán nuestra tierra unas horas o algo más. Nunca ves en ellos caras apagadas, tristes o desganadas. Acaban de descubrir que había vida de la buena más allá de lo conocido, no vienen a conquistarnos, ellos serán los conquistados.

Y llega la marcha, embarcan en el último segundo, este aire les ha cautivado y darán su última calada antes de partir. Vuelve la sirena, con su cantos, con sus voces más tristes ahora; surcarán otros, pero ya no son de un amor en cada puerto; su puerto y su amor guardarán fidelidad con la promesa de volver, de reencontrarse y amarse más allá del final de los tiempos. Y, nosotros, más estelas en la mar.

 

Comentarios

  1. Comparto tu gusto por el sonido de las bocinas de los barcos, desde pequeña me encantaba. La luz del sol que tiene ese puerto de día, libre de las sombras de edificios, y las de las pequeñas bombillas que se reflejan de noche en el mar , siempre me cautivaron. Buen vecindario tienes.

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  2. Es un lujo tener el mar tan cerca y contemplar todo su esplendor.
    Enhorabuena, querida Moby.

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