"RÍOS QUE VAN A PARAR AL MAR QUE ES EL VIVIR"
Cuando te crees adulta, con licencias otorgadas por la corona, y con un par de décadas a tus espaldas, sigues siendo una novata en esto del vivir. Una cinta de colores atractivos sobre tus ojos te invita a jugar a la gallinita ciega; has de pillar en esa rueda lo que buscas, al azar, sin saber con qué te encontrarás porque ignoras lo que desprende y habita en esa ruleta con tantas posibilidades de premios como de fracasos. No se trata de apostar a rojo o a negro, has de elegir una cifra que le acompañe y se convierten en infinitas las paradas posibles de esa aguja detenida.
Decides, aún con esa venda, entrar en ese casino ignorando que tu salida sea triunfante o demoledora. Ese espacio de juegos no es un local al uso, es un lugar con denominación de origen, soñado para un poeta, dormido para muchos. Las montañas no te dejan ver el mar, son altas y giran sobre sí mismas sin enseñarte las puertas de salidas cuando ya estás dentro. Una gran hendidura es la opción de escape para muchos cuya claustrofobia les ganó en ese juego.
Murallas y suelos empedrados milenarios han muerto y renacido muchas veces, tantas, que sus mentes y corazones no siempre resucitan sin daños colaterales; se transforman en torres de babel donde todo cabe para hablar aun sin entender ni lo que dicen ni lo que escuchan; no lo necesitan, hablan, hablan, hablan... y matan, matan y matan.
Mientras, la fiebre y el sudor empapan tu rostro y cae esa venda y tus ojos ciegos aún, intentan hacerse con la luz que entra por algún resquicio, son rayos de sol naciente posados sobre un agua que sigue su curso sin pararse ante esa vida estancada. Me invita a entrar, no lo dudo, y juntos, emprendemos el camino hacia la vida que es el mar, mi mar.
Así sea.
ResponderEliminarUn abrazo querida Moby.
Así fue, querida Patri.
ResponderEliminarLas montañas no te dejan ver el mar, son altas y giran sobre sí mismas sin enseñarte las puertas de salidas cuando ya estás dentro. Una gran hendidura es la opción de escape para muchos cuya claustrofobia les ganó en ese juego............ la vida que es el mar, mi mar. También es el mío , y ya luciendo canas , si un día para mi mal, viene a buscarme la parca,
ResponderEliminarempujad al mar mi barca con un levante otoñal y dejad que el temporal desguace sus alas blancas.
Muchas gracias por tu comentario, Anónimo estimado.
EliminarMuy bonito, Moby. Espero saludarte desde mi barca cuando pases en tu precioso velero sobre el mar. Nuestro mar
ResponderEliminarSí, siempre lejos de las montañas que lo ocultan...
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