"VERSOS DESORBITADOS: SOL AUSENTE"



Desde mi balcón, no amanecía la noche,

escenarios desiertos, telones bajados;

el sol no quiso salir a escena;

hoy, no.

Ordenó a la luna que  hiciera un monólogo,

él dormiría más allá del alba,

más allá del mediodía,

y en el atardecer, ya sería tarde.

A la luna nunca le mostraron la soledad,

nunca la enseñaron,

nunca la invitaron al palco de ese rey ausente hoy;

hizo lo que pudo, sin ensayo, sin papeles,

sin apuntadores que le dieran el pie de alguna línea.

Ella trabajó su noche,

y deseaba dormir profundo en algún tejado prestado,

pero no pudo, la dejaron sola;

Se vistió de sol, se disfrazó de él;

presagiaba su fracaso, no se equivocó.

Agotada, sin respiro, ni descanso,

se presentó en su horario, el propio.

El mundo esperaba una noche creciente,

un pleno,

sólo fue menguante.

El sol no acudió a ese cambio de turno,

no le entregó el testigo, 

no lo tenía.

Su dolor no vivía en su cuerpo,

ni habitó en su descanso aquellas horas;

su amiga, su compañera, su invisible

sustituta sufrió su ausencia,

carecía del resplandor y brillo

que ya no le irradiaba el ausente.

Abandonada por su pareja de baile, 

ese baile de dos, ese tango imposible,

donde la luna sobrevivió entre lágrimas,

entre nieblas y entre nubes,

bailando sola.

El sol se despertó con la música

y vio cerrada la pista,

no más valses para él,

muchos más para ella.

Aprendieron sus turnos, 

desdoblaron sus pasos y pases,

cada uno siguió el suyo.

Sólo las nubes, las nieblas

y las lluvias serían las estrellas invitadas

si el sol necesitaba escapar.

¡Arriba el telón!,

¡La función debe continuar!


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