TETRALOGÍA ROJA 2: "MENTIRAS, BULOS, CREENCIAS, RELIGIONES..."

 

A los cinco años, me matricularon en un colegio de monjas, pero no me criaron, no me educaron, no me escucharon; todo ese trabajo lo hicieron mis padres que, aun siendo creyentes por hábitos adquiridos desde su infancia, nos dieron a los cuatro hermanos la libertad para elegir nuestras opiniones sobre las que fomentar los principios en los que basaríamos nuestra personalidad e ideología.

Tertulias infinitas eran ya un clásico en el salón o en la cocina de casa. Muchos amigos se unían a ellas. Cada uno exponía su parecer sobre lo tratado y empezaba el debate. Todo era admitido desde la libertad y el respeto, todo, menos la mentira, la calumnia o lo que no se podía probar ni comprobar. El resto de participantes estaba lo suficientemente preparado para no tragarse ese tipo de historias sin pies ni cabeza que lo mantuviera sin los pilares de la verdad. En ese foro casero, se hablaba de música, de sus autores, de libros, de poetas, de estilos cultivados, óperas, zarzuelas, carnavales y operetas. Cada uno exponía su emoción plasmada en obras ajenas y la defendía con teorías personales, nacidas de su propia filosofía.

La pregunta más dura que se hacía después de su intervención era el temido: ¿por qué? Porque ahí debe estar la respuesta, argumentada, demostrada, verificada, al menos, por y para sí mismo, los demás tenían la suya y también debía ser contrastada desde la evidencia, la claridad y, a ser posible, desde la empírica verdad (valga la redundancia), de poder demostrarlo.

Esas supuestas hermanas de la "caridad" que me enseñaron a repetir hasta en sueños la tabla de multiplicar no fueron más allá del 8x8=64..., 9x9=81; tú las repetías cantándolas con ese mismo ritmo sin saber a qué se referían, y si preguntabas, te reprendían por no ser tan lista como las demás que ya lo habían entendido a la primera.

Fueron mis padres los que me explicaron que un 8 sumado 8 veces consigo mismo da 64 y que, para abreviar, se ponen encima unos de otros y se obtiene el mismo resultado que a través de la suma entre iguales.

Más de una y de varias en la que fui castigada en ese colegio, no bastó mi alegación e, inmediatamente, era conducida por mis padres ante esas maestras, no tan consagradas, hasta aclarar la situación y, si era yo la que mentía o exageraba los hechos, me tocaba pedir perdón y asumir las consecuencias. Y así aprendimos a argumentar nuestras acciones y opiniones, no por miedo a esos castigos sino porque la verdad es la única que te libera de esa cadena en donde las mentiras se hacen fuertes y te hacen débil ante esa montaña movediza en la que un viento que sople, con más o menos fuerza, hará que se derrumbe el más alto de los rascacielos o el más fuerte de los navíos que viaja sin rumbo fijo por ser sus velas de papel, con escritos emborronados, donde todo vale hasta que, por fin, naufrague en esas aguas movedizas y turbulentas en las que ha navegado y que jamás te llevarán a buen puerto.

Hoy, con sesenta y tres años de vida, y con mucho vivido y escuchado, sé perfectamente distinguir la verdad de la mentira: esos bulos que corretean por los patios de recreo sin que nadie los pare a la orden de STOP y se detengan sin más recorrido que ese primer paso dado, porque ahí está la solución, en no dar pábulo a una fantasía contada sin buscar el final feliz sino el hacer daño desde el comienzo.

Es curioso, que desde unas creencias en las que unos de sus mandamientos se basa en "no decir falsos testimonios" y en el "no mentirás" sean en las que muchos optan como religión de vida y de muerte pero que omiten el transcurso de tiempo que hay entre ellas. No, no basta con arrepentirte en el último segundo en el que se parará tu corazón. Si crees que tu dios te absolverá de todo por ese acto final, los que aquí se queden te recordarán como la maldad que levantaste en cada plaza, en cada calle, en tu propia casa, esa absolución, en la tierra que es donde el daño pervive, nunca te la otorgarán.


Comentarios

  1. Así que fuiste una revoltosilla en el cole.😁. Yo estuve seis años en Los Salesianos y terminé harto de misas. Tres veces a la semanas íbamos a la capilla del colegio. Misa del curso, misa de sección primaria o bachillerato y misa general para todo el colegio.

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  2. Si alguno se mordiera la lengua, se envenenaría.
    ( Nicasia)

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  3. Toda una verdad!! Tanta maldad e hipocresía. Continuamente se están levantando falsos testimonios y mentiras.
    Enhorabuena querida Moby!

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  4. Que se haga justicia y callen a esas malas voces de las mentiras. Besos, querida Patri.

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