HISTORIAS DEL AHORA: "LA PRINCESA Y EL MAR"
Qué difícil mantener una sonrisa obligada. Qué difícil no mostrarte transparente ante el mundo. Qué difícil elegir tus momentos en soledad. Qué difícil guardar las formas perfectas y no pisar más allá de la raya prohibida y perder con ese paso lo que tanto te han dibujado desde tu nacimiento.
Ser princesa es una profesión en la que te hacen y poco te dejan para ser tú misma. Las niñas ya no quieren serlo. La mujer de hoy no busca ni príncipes ni tronos ni coronas; pesan demasiado para caminar en el anonimato de la única vida que tenemos.
Desde el vientre de tu madre, eres un embrión con una ruta marcada de un severo minutaje de reloj. Nacerás con todos los privilegios que te otorgan su sangre azulada a excepción del más valioso que te arrebatan en tu primer llanto: la libertad.
Tu cuestionado linaje te hace estar en el punto de mira por tocarte en la herencia del emérito ahora y de sus antecesores siempre. Poco orgullo apellidarse Borbón, no son buenas credenciales para la confianza del pueblo que ha sufrido en silencio varias décadas y muchos siglos cómo costeaba caprichos de carne y hueso de mujeres que, a su vez, colaboraban en ese saqueo a las arcas. De amigos que jugaban regalos con barra libre en todos los clubes públicos buscando sus privados tras cortinas de humos reales. Mal está acabando tu abuelo su jubilado reinado. En su reino, los más allegados en favores, exaltan "su buen hacer en la TRANSICIÓN"; si lo valoramos por los buenos contactos que imantaba, hay que reconocer que lo supo hacer bien.
Ayer saliste a la mar, mar abierta, sin techos, con los vientos que se desatarán los días y noches al son de aires difíciles que removerán ese estricto aprendizaje tan calculado para que las olas no te salpiquen si se salen de control establecido.
Ya estarás en alta mar, varios océanos por delante y tiempo para cambiar rumbos jurados y desembarcar en playas olvidadas en las que perderte y recuperar lo perdido y ganar lo soñado. Eres muy joven, Leonor, apenas veinte años y con un futuro escrito. Aprende a nadar sin salvavidas, a volar sin paracaídas, a andar con las espaldas libres. No dudo de que tu extensa preparación te impida gobernar este país, eres una más para esa candidatura electoral y democrática y como cualquier ciudadano que se postulase podría salir elegido. De esa manera, tu jefatura la habrías ganado a pulso y nadie te la recriminaría al menos por esa conquista primera.
Aprovecha los mares que te rodean y date baños de realidad sin realezas. Eres demasiado joven para no equivocarte, ni sonreír cuando estés triste, ni rechazar a un amor en cada puerto por tu condición de heredera de un sistema caducado, obsoleto y rancio. Aprovecha todo lo aprendido que te sirva para ser mejor persona y desecha las hierbas secas que sobreviven en el jardín de tu palacio. Planta flores nuevas, crea un huerto fresco en tu parcela que dé vida y aires nuevos.
El agua del mar es sanadora, cúrate de protocolos agónicos y créate una vida que sea tuya y lucha en la calle, como una más para que no haya una menos. Bájate de esas nubes púrpuras exclusivas y mójate si olvidaste el paraguas. Rebélate, no necesitas ser princesa, pero sí la reina de tu vida.
Hay que ser libre incluso para elegir ser princesa!!!
ResponderEliminarEsa condición innata no es justa para nadie
EliminarLo que pasa que ella ha sido preparada desde que nació para interpretar tal papel. Y es verdad que no puede tener la libertad que cualquier otra chica de su edad, pero divertirse si que se divierte; más de lo que puede parecer. De todas formas yo no envidio a nadie de la familia real.
ResponderEliminarAparte de eso quiero comentar una vez más la exquisitez de tu escrito. Magistral como siempre, ante cuyo talento se inclina este poetero aficionado.
Gracias, muchas gracias querido Emilio!!!
ResponderEliminarCómo envidio esa capacidad que tienes para escribir tan bien y tan bonito Manoli!
ResponderEliminarMuchas gracias, querido/a Anónimo/a
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