"EL TIEMPO A DESHORAS"

 

Si alguno de mis alumnos leyera este relato, recordaría nuestra forma de estudiar los verbos: nada de memoria, sino de entendimiento. Los verbos son los que nos cuentan nuestras acciones para reconocerlas antes, durante y después. De ahí, nuestros pasados que resultaron imperfectos, o que solo fueran simples pasados; quién no tuvo alguno más allá de la perfección por resultar maravilloso o uno anterior a todo lo que vivió. Los futuros siempre serán simples mientras estés vivo por ser inciertos; los perfectos llegan cuando hablan los finales.

Huyamos siempre de los imperativos que van contra tu voluntad, que nadie ordene ni te ordenen, limítate a ordenarte tu vida, nada más. Los subjuntivos son deseos a los que les precede un agradable sueño del ojalá. Que nadie te ponga condiciones para vivir, juega con el SI y con el SÍ a tu gusto, sin condicionantes. Usa los tiempos simples si son breves, serán más ligeros para viajar y aléjate de los compuestos que no te den la opción de cambiar.

El tiempo se mide en horas, minutos y segundos, pero tú lo puedes sentir cómo desees. No importa que el reloj controle tus horarios laborales y tus otras cargas, recargados casi siempre, de obligaciones por pensar que  dirige tu vida.

 La mayoría siente la tarde del domingo como el fin de la libertad ante el lunes que se acerca y solo piensa en que pase pronto la semana y que vuelva a ser viernes donde la recobrarás y, que irás agotando al día siguiente, pensando que ya mismo llega el domingo...Así pasamos más de media vida, mucho más, sin vivir esas horas, minutos y segundos por pensar en la hora siguiente que nos llevará de nuevo a ese bucle infinito y que tira por la borda la vida en directo, en vivo. No existe el tiempo, no existen las horas, tan solo el momento: el AHORA.