"NOCHES DE VENTANAS ABIERTAS"
El calor no te avisa mirando termómetros, basta oír para saber que la canícula ya está aquí. Los silencios se van a hibernar a cuevas dónde el sopor se ha ido de vacaciones con las masas calientes y espesas y ven que ha llegado su temporada de descanso y paz. Mientras, en la ciudad, los ruidos crecen en muchos decibelios. No sólo el asfalto los provoca, tienen un aliado muy fuerte: las ventanas. Por ellas se asoma la vida de los que creen protegerse bajo sus techos y resguardar su intimidad. Ignoran el peligro de esas aperturas de par en par, no por quién las invada desde fuera sino, mucho peor, por todo lo que escupen hacia ese patio de luces que ya no lo es, hacia los espacios comunes y hacia esas calles que escuchan aturdidos la vida y algunos milagros de esos vecinos cuyas vivencias están al cabo de la calle hasta la vuelta del otoño en que comenzarán a clausurarse para resguardarse del fresco que va despertándose. Entre tanto, nos han dejado demasiada información de có...