"AQUELLA PARADA EN UNA CASA DE LUCECITAS..."
Aquel 25 de diciembre de hace muchos, muchos inviernos, volvíamos a casa después de haber pasado las fiestas en tierras gaditanas con las familias. Mi hija tendría escasamente los ocho años y toda la ilusión intacta de los reyes de oriente; no eran camellos sino el maletero el que contenía aquellos sueños infantiles que aguardaban al seis de enero para encontrarse con ella. Todo iba bien hasta que, a la altura de Arcos de la Frontera, un cruel infarto hizo mella en nuestro coche; su corazón quedó parado y nosotros también. Eligió un sitio aparentemente normal: la entrada de una finca en esa carretera y lo hizo antes de caer la noche que ya avisaba con su presencia. La grúa prometió salvarnos en breve, pero, no lo hizo. Fueron varias horas las transcurridas hasta su llegada. Mientras tanto, la noche y su oscuridad sí llegaron temprano y, con ellas, la vida a esa casa que presidía aquella finca en la que también albergaba una pequeña plaza de toros..., De pronto, la oscuridad se perdió y...