"CUENTOS DE VERANO: LA CASA DE LOS MARTÍNEZ"
Encarna siempre le fue fiel a su marido Andrés; nacieron en el mismo pobre barrio y jugaron a trabajar muy pronto. Ella con su fregona y sus trapos y él, con los botes de pintura y su brocha gorda. Los niños de los sesenta tenían una infancia muy breve y una larga lista de necesidades en sus casas. Terminar la primaria era un privilegio por aquel entonces. En esos años, llegó la televisión en plazos muy largos de pago y fue posicionándose en la mayoría de los hogares con su trampa a cuesta. No era un menú variado, tampoco lo era en sus mesas. Durante unos tiempos, aún no se llamaban temporadas, aparecía en la pantalla una familia televisiva: "La casa de los Martínez". Los componentes transmitían mucha felicidad, perfección y alguna risa; un personaje famoso de la época era invitado y charlaban juntos; al final, se les entrega una llave como símbolo de que esa era también su casa. Quiso la casualidad que Andrés se apellidara Martínez por lo que, en su barrio, los conocían con...