"SOMOS EUROPEOS, NO LO OLVIDEMOS"
Era un bonito sueño primero, una necesidad imperiosa después. Sólo podíamos tocarlo de refilón los meses de mayo en lo que participábamos en ese festival de la canción, el triunfo de Massiel llegó como una voz que nos mencionaba más allá de los Pirineos, allá donde se podía ver cine prohibido, escuchar alguna palabra en francés y, más al norte, encontrar puestos de trabajo de bonnes (criadas para nuestras mujeres) y subiendo, otros de empleados en la construcción o en fábricas para ellos. Éramos los parientes pobres, muy pobres de ese continente tan avanzado tan en el mundo y tan aventajado respecto a lo que vivíamos aquí. Un país tan atrasado, tan cerrado al mundo en cuya frontera acababa y nos quedábamos en tierra de nadie porque sólo era de uno. Ya, en tiempos de democracia, diez años después de la salida de ese ostracismo al que nos exiliaron, logramos entrar en ese grupo que nos igualaría en derechos y oportunidades al resto de los países integrantes. Ya éramos europeos...