"MI VIDA ENTRE GALENOS"
Al ser mi padre funcionario en aquellos tiempos, no tenía derecho a la seguridad social (paradójico, sí); las consultas médicas debían ser a médicos de cabecera (hoy, llamados médicos de familia) privados, de pago. Estas visitas periódicas se convertían en un auténtico sacrificio desde su mermado sueldo para que la salud de sus cuatro hijos estuviera siempre controlada. No olvidaré nunca la primera vez que acudí. Era una casa preciosa con jardín, en plena avenida principal (era la única que había entonces...). Nos abrió su mujer/enfermera cuya vivienda también compartía con el consultorio. Me enamoré de ese ambiente, Era muy cálido y acogedor. Sería mi sitio perfecto para vivir cuando fuera mayor. Todo era mágico. Entrabas con alguna dolencia y salías sonriente con tu caramelo sanador. A los 15 años, conocí a un estudiante de medicina con el que, ocho años más tarde, me casé. Montamos nuestra consulta donde yo hacía doblete como aquella señora con su marido doctor. Más tarde, comp...