"ESOS CANTOS DE SIRENA"
Me pasan desapercibidos sus repiques y sus dobleces. La costumbre me ensordece y no me sobresaltan ni me sirven de avisos. Cuando tañe la campana llamando a sus servicios religiosos no me doy por enterada, no la espero y no la oigo. Al principio, era escandalosamente ruidosa, con el tiempo, ya no me molesta. Somos vecinas, escasos metros nos separan, pero nunca hemos intercambiado el azúcar o la sal. Más lejano en la distancia, no mucho más, sí me enamora la bocina de los barcos que arriban al puerto; me identifico con esa señal de "ya estoy aquí"; su voz es grave, tosca, antigua; su origen proviene de soplidos humanos en cuernos de bisontes. El resultado es una mezcla de humanidad y naturaleza presentándose en sociedad y dando su bienvenida a tierra. Es entonces, cuando más unida me siento a mis raíces, a mi ciudad y reconozco a mis antepasados en los sonidos que te recuerdan la suerte de que aprecien mi mar tanto como yo. Y me pregunto, cómo siendo mares trimilenarios aún ...